La dormida en su plácido horizonte,
que suave empieza a despertar, las olas,
con su vaivén se parte en el rompeolas,
ya esta despïerta, ya baña el monte.
En él busca el tesoro el polizonte,
que a escondidas, profundo lo enterró,
pero se le ha adelantado un gamberro,
por tal de fastidiar, lo echó a la mar,
perdido el gran secreto que era el amar,
perdido, así encontró su eterno entierro.
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