Padezco la desdicha de la muerte
desde el momento en que nací a la vida
dejando todo bien en la partida,
en este mundo vil con mucha suerte.
Debo mostrarme firme a lo que vierte
oscuridad a la existencia y cuida
al difunto en su tumba presentida,
mientras la carne en huesos se convierte.
Vestido de esqueleto me percibo,
aquí, apilado como los demás
muertos en cajas, ven que te recibo
con los brazos abiertos, ¡nunca más!
¿Podrás sentir mis letras, las que escribo
en estos versos muertos, llorarás?
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