En blanca perla hallada la querida
dama que quiero a toda costa amar,
redactando el sentir que llevo al mar,
suspirando por ella en esta vida.
¿Vale la pena el acto de que pida
un beso, conociéndote al encarnar
la locura del hombre, al meditar?
Gratificante ser correspondida.
Con pasión nos amamos por la tarde,
llega la noche y continuamos, labios
juntos, acurrucados en el fuego
que nosotros prendimos, y el cobarde
que he sido nunca salga más en sabios
momentos decisivos, pues me entrego.
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