Árbol de mi enseñanza tan florida,
del llanto de la rosa y la azucena
corre mi primavera herida al viento,
alegre flor del gesto hermoso y aliento,
para el caótico tiempo de la arena
al caer, sombra negra de la vida.
¿Entonará su música del pájaro
el bosque? De su luz lucía un claro
despertar, la sonrisa y nada más,
un largo tiempo de su recoveco
olvidado el coraje de las lágrimas.
De la engañada y tenebrosa muerte,
árbol caído con suerte infame en vida,
cárceles para mí ser de mis huesos,
acérrimo rival que el tiempo impone.
Vacío el ser de la dolencia mortal,
rosa en la preciada de su velar,
¿florecerá el jardín en flor hermosa
de su luz al tiempo en su contrariada?
Cuando partió el pasado y la abrazó,
empezó de su dulzura a vivir
alegre en su Luna y su corazón
palpitó su ahínco al luciente día,
sonreír edades marchitas del tiempo
libres del cuerpo y de su alma, una antigua
flor de cenizas se abrirá en su cama
y la vida nueva errática en sueño,
de su figura un aliento expiraba,
de su amabilidad abierta en cielos
en la tumba de los muertos, crecía
del tiempo olvidada una flor hermosa.
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