En la distancia tan pura y bella
como en el cielo nocturno estrella,
resplandeces como la Luna
que desprende gráciles velos de plata,
cubriendo la noche de mortal hermosura.
Así eres tú, mi encantadora chica
de inigualable belleza,
todo lo que tocas con tu barita
lo vuelves mágico,
incluyéndome a mí,
y del tan afortunado encuentro repetir,
escribir, enamorar y vivir.
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