Cuando se asome una lágrima
por tus ojos y se deslice por tu mejilla,
piensa en el valeroso poder de la rima
al reflexionar sobre una silla.
Lo malo se arrima
y te hace coger la cuchilla,
no nos des más grima
y suelta eso en la orilla.
Para que se lleve las penas la mar,
para que sonrías y sonrías,
y sobre todo vuelvas a amar.
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