Presuroso corre el viento a jugar con tu pelo,
a acariciar tu cara, a palpar tu cuerpo,
y después emprende el vuelo,
para acariciar otra cara y otro cuerpo,
jugando con los arboles haciéndolos cantar,
te canta el viento despertándote sensaciones
ocultas como el llorar y amar,
esos miedos ocultos y pasiones
que el escriba escribía
en una poesía.
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