Las palabras fluyen por el río
que las lleva al mar de mi pensamiento,
flotan y se hunden,
resurgen de las profundidades,
forman frases y oraciones,
sin verbo o con verbo,
da igual.
Y la mano mía recoge el pensar en papel,
lo ordena,
por tamaño, color y tema,
no sé escribir más de lo que tengo en la cabeza,
por eso escribo en un tiempo sin fin
con un pensamiento que no se acaba.
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