14 ago 2015

A la muerte de una amiga

Escuchar el dulcísimo sonido
de la voz de sirena enamorada,
y pensar en mi amiga reclamada
por la muerte que viene sin sentido.

Tan muda en la distancia en su excluido
pedestal de difunta que es amada
con tal ternura, edén de la luchada
hora al rastro que dejo dolorido.

Tu partida es del blanco que decora
la cara con la lágrima del día
que va cayendo abajo de la autora

de su cuidado, por señal doctora.
No pretendo culpar a nadie, henchía
mi pecho de tristeza dictadora.

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